Si has devorado 'Adolescencia', tienes que ver esta miniserie del mismo creador
La producción de cuatro capítulos expande el universo de su película homónima de 2021, y traslada al espectador a las nerviosas cocinas de un restaurante en Londres
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Aquellos seriéfilos que acaben de terminar Adolescencia en Netflix, y busquen otra serie intensa, con un tono emocionalmente crudo, hay una producción reciente que no deberían pasar por alto. Con ella, Philip Barantini, creador de ambas ficciones, ya demostró por qué es uno de los cineastas británicos más potentes del momento.
Disponible en Movistar Plus+, Boiling Point expande el universo de la película homónima de 2021 (en España se tituló Hierve, y está disponible en Filmin) y traslada al espectador seis meses después de los acontecimientos originales. El chef Andy, interpretado de nuevo por Stephen Graham, ha dejado atrás su restaurante tras un infarto y vive ahora un proceso de recuperación.
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En el centro de la trama de esta miniserie de la BBC está Carly (Vinette Robinson), su antigua mano derecha, que lucha por sacar adelante su nuevo local en el barrio de Dalston, mientras lidia con una plantilla llena de conflictos y una clientela imprevisible. La serie arranca con un servicio caótico: Carly debe ausentarse de urgencia y deja a su equipo en manos de Freeman (Ray Panthaki), que se enfrenta a retrasos, mentiras en currículums y tensiones racistas disfrazadas de cortesía empresarial.
La presión aumenta a cada minuto durante sus cuatro episodios, reflejando con realismo la montaña rusa emocional y física que supone la cocina profesional. La dirección de Barantini y Mounia Akl logra mantener la intensidad dramática, aunque sin recurrir al plano secuencia, apoyándose en una narrativa coral y socialmente comprometida.
Mientras Adolescencia exploraba la devastación emocional en el entorno familiar, Boiling Point se sumerge en las heridas abiertas de un equipo de cocina, donde cada decisión tiene consecuencias inmediatas. Ambas series comparten la mirada cruda y humana de Barantini, así como el talento indiscutible de Stephen Graham, que aporta cohesión y verdad a cada escena, incluso cuando su presencia se reduce. Esta propuesta culinaria puede ser la próxima obsesión de aquellos que disfrutaron (o, mejor dicho, sufrieron) con Adolescencia.
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