La portada de mañana
Acceder
Bruselas, contra Trump: “Esperamos no usar el bazuca para evitar un 'big bang'”
El Gobierno suma otros 2.000 millones en transferencias para el gasto en Defensa
Opinión - El declinante imperio del dólar. Por José Enrique de Ayala

A quien lea

Periodistas en tensión

València —

0

“Cal ratllar el paper de tard en tard.

I véure acreixer el sofriment,

quan la dansarina del sentiment

es converteix, feixuga i esquàlida en expressió.

Cal parir per a continuar malvivint,

rosegant els muscles a la por.

Jo soc dels que creuen, certs,

que la mort hom la pot convertir en pols

abans que ens enlluerne per a sempre“.

Lluís Alpera. València. ‘Esdevenir en el Càntic’ (1959-1960)

En la diana

Casi nadie sabe casi nada del quehacer periodístico ni de sus encontronazos con el poder. Son los partidos políticos los que ponen sistemáticamente a los periodistas y a la prensa contra la pared. Seguidos de cerca por otros grupos de presión. De forma principal los lobbies económicos. Cuando no actúan en sintonía con las distintas ententes que alían política y dinero. Con el fin de destruir la delicada urdimbre periodística de un territorio, del País Valenciano y de los círculos de progreso, que tratan de sobrevivir y situarse contra viento y marea. En el contexto internacional intervienen otros factores. La trayectoria, de democracia y libertades, arraigada sin largas interrupciones estructurales como en los condicionamientos que pesan sobre los hábitos de actuación cívica. Los valencianos no hemos recuperado, ni de lejos, los resortes de pluralidad que enriquecían, antes de 1936, los comportamientos ciudadanos. La pluralidad de pensamiento e ideas que inspiraba y conformaba la sociedad dentro de los parámetros mercantilistas y de libre comercio. Piezas cardinales de un pueblo con voluntad de ser. Que se ha hecho a sí mismo. En el desafío abierto en la sociedad valenciana para que puedan emanciparse los medios de comunicación y los periodistas que los protagonizan.

Complejidad

Cada día son más habituales superestructuras financieras y tecnológicas que intervienen en la modificación de las reglas de juego en el complejo mundo de la comunicación: papel, digital, audiovisual, blogs, en redes. Desconocen del periodismo su naturaleza, su historia, su idiosincrasia y sobre todo, su misión. Los políticos, jueces, entidades, polarizados en dos bandos –progresistas y conservadores– son los principales enemigos de los periodistas. Intérpretes y principales actores en los medios de comunicación. Son contados los especialistas en ciencia política que tratan estos temas con conocimiento de causa y conciencia de su alcance. Uno entre ellos, Ignacio Sánchez Cuenca ha estudiado las razones de lo que él llama: desorden político. Lo sitúa en la falta grave y profunda, de vertebración e intermediación en la sociedad. Los que fallan, según el profesor Sánchez Cuenca son, fundamentalmente, los partidos políticos, que absortos en mirarse el ombligo piensan que el mundo es suyo y los deficientes medios de comunicación que, al menos desde el inicio de la Transición española a la democracia en 1975, llevan cincuenta años perdiendo los papeles y notable autonomía. En sus salas de máquinas y en su correspondiente puente de mando. A partidos políticos y medios de comunicación, como culpables destacados de este desbarajuste, se ha de añadir–los entes intermedios de la sociedad– el variopinto concierto de instituciones, corporaciones – de derecho público o no–, entidades, organizaciones, grupos de presión, órganos estatutarios o de creación oficial. Los que  tienen el cometido de vertebrar el país. Sobrevolando el imperativo político por encima de la temporalidad y la miopía políticas. Las sociedades que prevalecen y avanzan lo consiguen salvaguardando el entramado institucional y organizativo que les proporciona solidez y cohesión al margen de los ciclos y los vicios políticos.

Salto de obstáculos

Los periodistas sufren. Se trata de una profesión nada pautada ni protegida ante el intrusismo. Hasta la intelectualidad invade su misión. A menudo traicionada por los que no cumplen las reglas más elementales y zaherida por agentes externos que, en su indefensión, carta blanca para inmiscuirse en su naturaleza y razón de ser. Ahora tenemos a cuatro periodistas- redactores investigados por un juez en el politizado proceso contra el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, cuando el instructor Peinado ha desestimado las declaraciones de tres periodistas, testigos llamados por el Tribunal Supremo, para esclarecer la causa. En el Congreso de los Diputados se ha denunciado la reiterada intromisión de quienes esgrimen credenciales periodísticas espurias para dificultar y amenazar la labor informativa de la mayoría de profesionales acreditados en las Cortes. Los periodistas son perseguidos y abatidos por las mafias, en la guerra de Gaza, por orden expresa de Putín. Los periodistas son maltratados y silenciados por el megalómano, Donald Trump y su banda, que ha resultado elegido por los estadounidenses para presidir los USA. Curiosamente se sigue aceptando el camelo de pretendidas ruedas de prensa sin derecho preguntar ni a replicar. Se menoscaba el compromiso de los medios de comunicación de salvaguardar su facultad para recabar información veraz y contrastada. Por supuesto con la obligación de guardar secreto sobre las fuentes informativas fidedignas. Las filtraciones en el argot periodístico no existen. Sólo la lucha por aproximarse a la verdad y a la justicia.

El caso valenciano

Durante la dictadura del general Franco sólo había dos Escuelas Oficiales de Periodismo: Madrid y Barcelona. Después Navarra. Una Escuela de Periodismo de la Iglesia (cardenal Herrera Oria) en Madrid, que tenía delegación en València, merced a las gestiones del arzobispo Marcelino Olaechea y Loizaga. Los títulos los expedían siempre las escuelas oficiales, mediante convalidación por un tribunal de la credencial que firmaba el ministro de Información y Turismo, el fundador del Partido Popular, Manuel Fraga Iribarne. Hoy los estudios para formar periodistas los imparten en las universidades académicos que, en su mayoría, no conocen la profesión periodística activa ni el desasosiego permanente de ejercerla. Lo mismo pasa con los gerentes o CEOS de las empresas. Los que las conducen a menudo a la ineficiencia. No se puede gestionar un medio de comunicación como una fábrica de tornillos. Hay un periódico diario, el LEVANTE que esgrime una antigüedad datada en 1872. Año que sólo corresponde a la creación de un diario de corte republicano, librepensador, portavoz de la clase media valenciana: ‘El Mercantil Valenciano’ que en 1936 se consideraba como uno de los tres diarios con mayor tirada en España. Dejó de publicarse el 28 de marzo de 1939, por razones obvias. En sus talleres los vencedores imprimieron el periódico ‘Avance'. Tiempo después se sustituyó la cabecera por ‘Levante’, como órgano de la Prensa del Movimiento Nacional y de la Falange Tradicionalista y de las JONS. No hay ningún elemento de continuidad entre los dos diarios más que los talleres que fueron incautados por las tropas del general Luís Ordaz. Sólo en 1989 alguien tuvo la ocurrencia de ligar los destinos del ‘Levante’ y de ‘El Mercantil Valenciano’. La historia del diario ‘Las Provincias’, hoy controlado por el grupo Vocento, tiene dos etapas diferenciadas: la de la familia Llorente y la de los herederos de José Domènech. La inicial se debió a un regalo del Marqués de Campo, cuyo órgano de expresión era el diario ‘La Opinión’. Que donó a su amigo Teodoro Llorente Olivares con la condición de sustituir la cabecera por ‘Las Provincias’ (1866) : monárquico, de orden y con pretensiones provincialistas. Su impresor- (talleres comprados en 1869 al Marqués de Campo) y administrador, era José Domènech. Poco a poco su hijo Federico Domènech consiguió la propiedad, por partes, de la sociedad ‘Las Provincias’(1904), con el pretexto de que el diario era deficitario. A Llorente Olivares le sucedió su hijo Teodoro Llorente Falcó, que ya no era dueño del diario. En la guerra de 1936-39, Llorente Falcó se escapó a la zona franquista y se trajo a València en el bolsillo, desde Burgos, la autorización para publicar el periódico. “No había buena voluntad en Burgos hacia ninguna ‘prensa’ de València y sucumbió toda”, según Martín Domínguez. El de los Llorente fue el único diario valenciano que consiguió salvarse del exterminio. Dejó de editarse en 1936 y prosiguió su difusión en 1939. El sucesor de Llorente Falcó en la dirección fue Martín Domínguez Barberá (1949), hasta que se le obligó a dimitir por los propietarios del diario a raíz de su denuncia ante el abandono de València, por el Régimen franquista, un año después de la riada que arrasó Valencia en octubre de 1957.

Prensa de partido

Después de una etapa en la que los diarios locales han estado al servicio de diferentes partidos: “Las Provincias”, al servicio de UCD y PP. La adjudicación del ‘Levante’ de València (1984) y de ‘Información’ de Alicante a la familia Moll–en la primera etapa del gobierno de Felipe González–, después Prensa Ibérica, que finalmente ha conseguido adquirir ‘Mediterráneo’ de Castellón al grupo Zeta. ‘Levante’ en los últimos tiempos ha tenido una directora, Lydia del Canto, que desembarcó directamente de la secretaría autonómica de Comunicación en la Generalitat presidida por Ximo Puig. Finalmente es secretaria de Estado de Comunicación en la Moncloa de Pedro Sánchez, tras dirigir la Comunicación en el PSPV-PSOE. Será por su IA. Los dos principales diarios conviven con las delegaciones de ‘El Mundo’--próximo al PP–, ‘El País’ (hoy en crisis accionarial), ‘ABC’ (Vocento), y ‘La Razón’ (Grupo Planeta). La autogestión, parece la única fórmula viable de independencia y estabilidad en los medios de comunicación, sin necesidad de ser sustentados por formaciones políticas o grupos de presión: económico-empresarial, de filiación política o confesional: Conferencia Episcopal, Asociación Católica de Propagandistas, Opus Dei. En plena era de transformación tecnológica, los periodistas– que no son lo mismo que la prensa– tienen todavía sus referentes y la experiencia de haber pasado por épocas de ruptura encarnizada. Los valores y los principios válidos son los mismos con la condición de respetar las libertades fundamentales: de prensa, de pensamiento, de conciencia, de opinión y expresión, de transparencia, de lobbies reconocidos y registrados.

El silencio no es rentable

La problemática, hoy dramática, de defensa de los principios identitarios es otra batalla que van perdiendo los valencianos en las coordenadas gubernamentales que rigen la Generalitat (PP y Vox). Con un presidente, Carlos Mazón, que, tras la Dana de octubre de 2024, porfía para sobrevivir políticamente sin tener que volver a concursar en Eurovisión. Malos tiempos para los medios de comunicación públicos (À Punt), --hoy depurados– que demostraron su rentabilidad y eficacia durante las recientes inundaciones. Malos tiempos para las entidades culturales que son atacadas con la excusa de austeridad para atender otros gastos y así silenciar voces. Malos tiempos para la Acadèmia Valenciana de la Llengua, que ya supuso ‘ per se’ una cesión conceptual en su homologación científica. Ahora la quieren aniquilar después de haber sido confinada al emplazamiento de San Miguel de los Reyes, para que los valencianos la tuvieran lejos y nada presente. No es la primera vez que la Acadèmia Valenciana de la Llengua resulta desvalijada por gobiernos del Partido Popular (José Ciscar). Una derrota más en la batalla contra el uso de la lengua propia de los valencianos. Es desazonador que la labor dialogante llevada a cabo por la mayoría de los académicos sea pisoteada y preterida por las primeras autoridades de la Generalitat. Con el propósito explícito de reducir su dotación presupuestaria ya exigua. Nadie tiene derecho a mirar este expolio– cultural y cívico– desde la indiferencia. Es una de las fases –la cultural y lingüística– en las que se basa el genocidio. Todos los valencianos– castellano o valenciano parlantes– están comprometidos en la defensa de las señas de identidad de un pueblo que, como cantaba Raimon, “no vol morir”.