Si no tienes gafas para ver el eclipse de mañana, no hace falta quemarte los ojos: la ciencia tiene trucos para verlo sin riesgo

  • Exponer nuestros ojos directamente al eclipse puede causar serios problemas en nuestra vista

  • Si no disponemos de gafas de eclipse, existen métodos para verlo de forma indirecta

Gafas Eclipse
1 comentario Facebook Twitter Flipboard E-mail

El sábado 29 el Sol se oscurecerá oculto por la Luna. Se trata de un eclipse parcial que será visible desde una importante fracción del hemisferio Sur: casi toda Europa (incluida España) podrá ver esta ocultación, como también podrá ser vista desde parte de Norteamérica, África, Asia e incluso desde una pequeña fracción de Sudamérica.

Los eclipses solares son fenómenos astronómicos que difícilmente pasan desapercibidos. Ha pasado tiempo desde que estos eventos dejaron de ser signo de mal agüero, pero también sabemos que llevan cierto riesgo asociado: el riesgo de dañar nuestra vista si no protegemos adecuadamente nuestros ojos.

Mirar directamente al Sol nunca es una buena idea. Pero durante un eclipse, aún menos.

Como explican Francisco Doménech y José A. Álvarez en El País, el Sol emite su luz en un amplio segmento del espectro electomagnético, una gama de frecuencias que se expande más allá del espectro visible, adentrándose en el infrarrojo y en el ultravioleta. Los rayos UVA (ultravioleta-A) de los que tenemos que protegernos en verano y en determinadas circunstancias son ejemplo de cómo estos rayos invisibles pueden afectarnos aún si no nos damos cuenta en el momento.

La energía que transmiten las distintas frecuencias del espectro es inversamente proporcional a su longitud de onda. Es decir, frecuencias de onda más corta como la ultravioleta portan más energía que las de onda más larga, como el infrarrojo. A pesar de ello, ambos extremos pueden tener un impacto negativo en la integridad física de nuestro ojo.

¿A qué nos exponemos? Mirar al eclipse sin la debida protección puede exponernos a daños permanentes en la retina y en la córnea. Daños que incluso pueden saldarse con la pérdida de la vista.

Según explica Geoffrey Bradford, profesor de Pediatría y Oftalmología de la Universidad de Virginia Occidental, en un artículo para The Conversation, nuestros ojos tienen una capacidad natural para adaptarse a distintas condiciones de luminosidad. Sin embargo, la observación directa del Sol puede sobrepasar la capacidad del globo ocular para protegerse del exceso de luz.

En la córnea, señala Bradford, existe el riesgo de que se produzca la llamada queratosis solar o actínica. Este trastorno puede hacer que se nos nuble la vista y causarnos dolor. Esta lesión sí sería reversible pero puede requerir varios días para su cura.

Los problemas en la retina no son dolorosos pero pueden ser más graves, añade Bradford. La retinopatías pueden afectar a nuestra vista, creando un punto ciego en nuestra visión central, distorsiones visuales y la alteración de nuestra percepción del color.

Un problema adicional es que si miramos al eclipse no no taremos dolor pese a que nuestros ojos estarán sufriendo daño. Esto puede generarnos una falsa sensación de seguridad mientras perjudicamos nuestra vista.

Verlo con seguridad

Si queremos ver el eclipse de forma directa necesitaremos gafas específicamente ideadas para la observación de este tipo de eventos. Las gafas de Sol ofrecen protección contra los rayos solares en situaciones cotidianas, pero los eclipses no son tal cosa, por lo que en la práctica su protección de nada nos sirve en estas situaciones.

Incluso si utilizamos gafas de eclipse, debemos asegurarnos de que están debidamente homologadas y cumplen con el estándar internacional ISO 12312-2. El Instituto Geográfico Nacional (IGN) nos ofrece en su página web información adicional, incluyendo puntos de venta, a tener en cuenta si queremos adquirir estas gafas.

El propio IGN nos advierte también que debemos evitar observar el Sol con aparatos como cámaras, o instrumentos como telescopios o prismáticos que no estén preparados para la observación de estos fenómenos, algo que solo se logra a través de filtros especiales, no como los habitualmente empleados en otros contextos.

Si no disponemos de gafas especializadas, aún podemos observar el eclipse de forma indirecta. Si caminamos por una zona arbolada durante el eclipse podremos ver un curioso fenómeno en la sombra que proyectan las hojas de los árboles. Si se dan ciertas condiciones podremos ver cómo entre las sombras se aprecia la forma del eclipse. También podremos causar este efecto utilizando, por ejemplo, los agujeros de un colador.

Podemos por ejemplo utilizar un proyector estenopeico, el cual podemos fabricar nosotros mismos con una caja de cartón, papel de aluminio, celoy unas tijeras. La NASA nos explica cómo en un video.

Un último truco que nos ofrece el IGN requiere un espejo, una pared y un papel al que también debemos recortar un agujero. Basta con cubrir el espejo con un papel en el que previamente habremos hecho un agujero de entre cinco y diez milímetros de diámetro. Con él debemos reflejar la luz solar en un muro plano en el que quedará proyectada la imagen del eclipse.

El eclipse del sábado es tan solo el aperitivo de un menú completo de eclipses que nos espera en los próximos tres años. Este desfile de eclipses incluye dos eclipses totales que en agosto de 2026 y 2027 serán visibles desde buena parte de la península Ibérica, y un eclipse anular en enero de 2028 también visible desde nuestro entorno.

En Xataka | El eclipse solar del 29 de marzo es el pistoletazo de salida para algo histórico: España verá cuatro eclipses en cuatro años

Imagen | Jason Howell

Inicio